La Democracia.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Introducción

El concepto de democracia es muy antiguo y no poco ambiguo. Históricamente ha tenido concreciones diversas. La  democracia ha sido el concepto central del discurso político desde hace tiempo. La teoría política lo ha enfrentado de muy diversas maneras. Es, de acuerdo con su  definición más general, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, es decir, intervención de la base popular en la decisión del rumbo de la sociedad. Pero depende de qué se entiende por ese pueblo compuesto por ciudadanos y hasta dónde llega el conjunto de los que intervienen en el quehacer de gobernar
Podemos ir hasta la polis griega basada en la contradicción del amo y del esclavo, o partir de los principios emanados de la Revolución Francesa que hacían irrumpir las fuerzas del pueblo en contra de los privilegios de los señores feudales proclamando la igualdad política en la sociedad civil.
La Democracia.
El término democracia remite a la soberanía popular, a la capacidad del pueblo para elegir a sus gobernantes y decidir normas de convivencia.
La democracia tiene que ver con la capacidad de reunión, de asociación, de elección. Democracia implica participación. Para ejercer la democracia se necesita acceso a la información; y es indispensable que exista respeto al disenso, a las minorías y a su expresión.
Como forma de pueblo ha transitado desde la  democracia directa, cuando  los individuos podían deliberar en asamblea sobre los problemas de l a  vida comunitaria y decidir,  hasta la representativa, propia de las sociedades complejas en las que resulta necesario delegar la facultad deliberativa  y resolutiva  a un cuerpo especializado  en la elaboración de las  reglas de la convivencia y  a personas encargadas de la  ejecución.
Se ha argumentado que, no puede existir una sola forma de gobierno, mientras que existan algunas desigualdades en el pueblo que lo haga diferenciado y diferenciable.
La igualdad ciudadana, las libertades públicas y el respeto a los derechos humanos son, sin lugar a dudas, elementos fundamentales de la vida social democrática. Se dice que no hay democracia si los ciudadanos no son iguales, y no debe haber ninguna determinación.
Los  representantes y gobernantes deben resultar elegidos por procedimientos ampliamente aceptados, cada individuo independientemente de su posición social debe representar un solo voto.
La democracia política se basa en tres principios que deben representarse al mismo tiempo: garantizar los derechos humanos, separación de los poderes y soberanía popular.
Y también tiene 3 aspectos fundamentales: Como principio de legitimidad: no acepta auto investiduras ni poder derivado de la fuerza. El poder deriva del pueblo y se basa en el consenso de los ciudadanos. Se legitima por elecciones recurrentes, libres y competitivas.  La democracia es un sistema político llamado a resolver problemas del ejercicio del poder: el pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes.  La democracia como ideal: como "es" y no como debería ser.


La Democracia en México.
Durante el porfiriato, se institucionalizó en México un curioso fenómeno político: el de los gobiernos personalistas de los presidentes en nombre de la constitución, pero al margen de la misma. El jurista mexicano Emilio Rabasa le llamó "la Constitución y la dictadura".
Durante muchos años se dio en México en la Revolución de 1910 una sangrienta lucha armada entre diversos grupos que ya no buscaban tanto la forma de gobierno como dar cauce legal a las aspiraciones de justicia y bienestar económico de los grandes grupos de obreros y campesinos. Al cabo de seis años de violentas pugnas, se reunió al fin un congreso constituyente en Querétaro que, bajo la égida de Venustiano Carranza, promulgó al fin una nueva Constitución el 5 de febrero de 1917. Esta ley fundamental reconocía, por vez primera en el mundo, los derechos de los trabajadores como clase social, en sus artículos 27 y 123.
Con esta nueva constitución, el estado mexicano, sin dejar de ser un estado de derecho, asumía la forma de un estado social de derecho y ya no liberal.
Así, el estado mexicano, surgido desde la época de la independencia como fruto de duras y sangrientas luchas, ha llegado a ser, según el texto legal,un estado democrático, representativo y federal. Pero ahora surge una cuestión, la realidad mexicana, ¿responde a ese esquema jurídico-político? Aquí cabría distinguir entre el derecho político y la sociología política mexicana,. El sociólogo mexicano Pablo González Casanova, en sus interesantes libros La democracia en México y México, hoy, ha puesto de relieve la enorme disparidad entre los factores reales del poder y la democracia formal que aparece en, la constitución. Cabría referirse a ellos para tener una idea clara del problema, aun cuando no se acepten todos los supuestos y conclusiones del sociólogo.
La democracia, en cuanto régimen de plena libertad política y de responsabilidad ciudadana, que supone la edad de la razón y de la madurez, no existía, ni podía existir, en los comienzos de la independencia. Así permaneció hasta 1867, cuando triunfó definitivamente la república y se instauraron las dictaduras constitucionales.
Durante los treinta años del porfiriato, el pueblo mexicano permaneció, más que nunca, al margen de la vida política. El dictador había instaurado una política de conciliación nacional que había traído paz y seguridad para el país. Y además, una brillante prosperidad económica. Había "poca política y mucha administración". Los altos funcionarios de la federación eran designados, personalmente, por el presidente de la república, y lo mismo la mayoría de los gobernadores. Había, nominalmente, algunos partidos políticos, pero seguían siendo los mismos grupos organizados desde el poder; y en todas las elecciones triunfaba el partido oficial.
A la caída del general Díaz (su renuncia fue en mayo de 1911), sobrevino en México un corto periodo, casi único en su historia, de verdadera democracia. Fue el periodo maderista, de 1911 a 1913. En ese periodo el pueblo mexicano pudo expresar libremente su voluntad y llevar a las cámaras del Congreso de la Unión a genuinos representantes suyos. Por lo menos en el aspecto político brilló fugazmente la democracia en nuestro país. Pero el brillo fue efímero. Pronto el traidor general Victoriano Huerta usurpó la presidencia de la república, mandó matar al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez, y restauró las prácticas dictatoriales. Y contra Huerta se levantó Venustiano Carranza, en nombre de la legalidad.
Con la promulgación de la Constitución de 1917 y la presidencia de Carranza hubo un cierto intento de orden constitucional y de vida democrática.
A partir del gobierno del general Manuel Ávila Camacho la revolución mexicana entró en una etapa de mayor tranquilidad e institucionalización, que ha perdurado hasta nuestros días. En esta agitada vida política de México en el siglo XX, los intentos democráticos del pueblo mexicano han sido numerosos, pero no siempre han tenido el éxito que esperaban. Sigue vigente la antinomia entre la democracia formal,la que aparece en los textos constitucionales y legales, y la democracia real, la que se da de hecho en la vida de la sociedad mexicana.
En la actualidad, el debate sobre el futuro de la democracia mexicana es tan fructífero hoy como lo fue hace años, aunque los matices han cambiado. En el pasado, los discursos, característicos de la política mexicana, mostraban una polarización total: unos argumentaban que la democracia resolvería los problemas del país, en tanto que otros señalaban la imposibilidad estructural para funcionar en un sistema político sustentado en la responsabilidad individual. 
La democracia electoral se ha limitado, por la presión de muchas organizaciones sociales.
Aun con toda la publicidad electoral, la democracia mexicana opera bien en su nivel más elemental, el sufragio.  Pero como forma de gobierno no ha logrado cumplir su cometido. Esta circunstancia no es excepcional, ni sólo característica de México. La mayor parte de las naciones que avanzan hacia un sistema democrático de gobierno lo hacen más para superar un sistema dictatorial que por vía de un proceso acordado, discutido y consolidado de transición política. Casos tan atractivos como Chile y España son excepciones; lo típico son casos como el de México y Argentina. 
Lo común entre las naciones que aspiran a la democracia es que accedan a ella sin un mapa para su desarrollo. Una vez vencido el primer obstáculo, los problemas asociados a la democracia comienzan a hacerse evidentes. El gran problema de la democracia no reside en que existan contrapesos entre los distintos poderes públicos, como ahora afirman muchos analistas, sino en la ausencia de esos pesos y contrapesos.
Cuando ésta cuenta con un sistema de pesos y contrapesos efectivo, cada uno de los poderes públicos sabe a qué atenerse y todos saben que sólo pueden ser exitosos en la medida en que los demás funcionen. En un sistema equilibrado, ningún poder puede aducir que fueron los otros poderes la razón que impidió el avance de su propia agenda. La democracia triunfa cuando se logra el mejor arreglo posible, no cuando una de las partes derrota a las demás.
Uno de los grandes temas de análisis sobre la democracia mexicana a lo largo de las décadas pasadas fue el de la diversidad.
La construcción de acuerdos  requiere una serie de reformas político- institucionales. . Con la recopilación histórica que el biólogo Antonio Caballero nos hace en su obra México: ensayo de una democracia, se puede concluir que en México existen dos posibles escenarios en cuanto a la democracia: 1) la reforma del Estado es llevada a cabo y se da paso a la conquista cabal de la consolidación democrática, o 2) la democracia entra en estado de deterioro progresivo gracias a la lucha por el poder que bloquea la construcción de acuerdos para realizar las reformas político-institucionales necesarias.
En consecuencia, el riesgo actual que enfrenta la democracia mexicana es la sucesión de varios gobiernos electos democráticamente que no den una respuesta integral a las tareas de la consolidación por la vía reformista
Caballero Galván puntualiza en la necesidad de avanzar hacia una madurez política que permita una transformación, no únicamente un cambio del ciudadano que es el primer mandatario. 
En la mesa redonda Constituciones en Movimiento se dijo que México vive una profunda crisis en algunas de sus instituciones, lo que se traduce en un mal funcionamiento del sistema presidencial, lo que le impide cumplir con las funciones que le encomienda la constitución. Ante ello, se afirmó que resulta urgente transformar algunas estructuras, si se quiere atender ciertas tareas esenciales.
A esto Francisco José Paoli dijo que de otro modo, no cumplirá adecuadamente con las funciones que tiene asignadas, como procurar la seguridad pública, impulsar el desarrollo económico y la distribución de la riqueza, educar con calidad y garantizar el respeto a los derechos humanos de las distintas generaciones de acuerdo con la reforma reciente al artículo primero de la constitución.
Crisis motivada por la falta de confianza en las instituciones, por la impunidad, la corrupción y el desapego a la ley. “Vemos a las autoridades alejadas de los gobernados e incapaces de resolver nuestros problemas, o sea, no los vemos realmente como a ellos capaces y tenemos poca confianza en ellos, consideramos la ilegalidad y la corrupción como parte de un sistema que puede no cambiar”, Roy Campos, Consulta Mitofsky.
Problemas difíciles de superar, de persistir la visión de que los cambios se impulsan para satisfacer intereses partidistas, en lugar de atender reclamos sociales.
“Es decir, los actores políticos, juegan su juego que  les es más redituable que cooperar políticamente en relación con factores de interés general”, Francisco Valdés Ugalde, IIS-UNAM.
Situación que ha propiciado que México sea una nación con elevadas restricciones y con bajas capacidades para atender derechos fundamentales.
“Es que lo que más nos molesta de la justicia es la impunidad y la inequidad, pues el amparo es uno de los instrumentos que diseñado originalmente con las mejores de las motivaciones, se ha vuelto por un lado el instrumento que disminuye de forma importante las capacidades del estado para cobrar impuestos, para regular en materia de comunicaciones, para regular urbanamente a la ciudad”, Carlos Elizondo, Catedrático CIDE.
Sin embargo, se reconoce que la transición permitió establecer una incipiente democracia, con una real división de poderes.
“Pasamos de una presidencia todo poderosa como ya se ha dicho aquí a una presidencia acotada; pasamos de un congreso subordinado a un congreso cuya lógica se explica por la correlación de fuerzas que existen en su seno; pasamos incluso de una Corte que en materia política era más bien anodina a una auténtica Corte que hoy dirime controversias entre poderes”, José Woldenberg, Catedrático FCPYS-UNAM.  El mismo dijo que el regreso del PRI no significa un retroceso para México y solo lo sería si, el partido político o cualquier otro que llegará al poder tuviera la mayoría del  Congreso.
Coincidieron que hoy México requiere de cambios que permitan fortalecer a los poderes del estado, con el fin de que puedan cumplir con las atribuciones encomendadas por la constitución; y con ello, atender de manera oportuna los reclamos sociales.  

Conclusiones.     
Siguiendo con nuestra definición, decimos que la democracia es una organización de grupo de personas con el fin de dar poder del pueblo, para el pueblo. Durante el transcurso del tiempo en México y en otros países se ha discutido este término, así como también su ejercicio y la legalidad que tiene. Coincidimos con la mesa redonda de Constituciones en movimiento, de modificar o transformar algunas estructuras ya que se vive una crisis profunda en las instituciones y esto no permite dar las funciones que realmente dicta la Constitución.
Es urgente este cambio ya que la sociedad en general, esto es entre gobernados y gobernantes debe de haber  un vínculo de bienestar y otorgarse los derechos fundamentales, y así poder tener una confianza hacia a las autoridades y que estos a su vez tengan la capacidad de resolver los problemas y que no se tengan los conceptos de corrupción e ilegalidad.
También que se cambie los intereses de los particulares y que se vea por los intereses de todo un pueblo y no sea solo con fines partidistas, así como también se puedan atender correctamente los derechos fundamentales.
El problema no esta en lo que es y debe ser la democracia, si no en el funcionamiento de las instituciones, pero a esto puede hacerse una excepción y transformarse para dar una buena funcionalidad.




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